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Mejor Probióticos que Antibióticos

por Floratil | 23 febrero, 2021 | 0 comentarios
Mother with her newborn son

Los primeros cinco años de vida de los niños son cruciales para su desarrollo, ésta es una de las etapas más bellas para una madre, pues tiene la dicha de verlos desarrollar sus habilidades: los vemos crecer, dar sus primeros pasos, el brote de los dientes, aprender a hablar entre otras tantas cosas.

Sin embargo, también es una de las más estresantes por las constantes visitas al médico a causa de los múltiples cuadros infecciosos que se presentan en cadena y parecen no tener fin. Esto se debe a que antes de los cinco años, los pequeños son altamente vulnerables a contraer cualquier tipo de infecciones, pues su sistema inmunológico aún no alcanza la madurez y no ha desarrollado los anticuerpos necesarios para defenderse de las bacterias que causan enfermedades infecciosas tan comunes y frecuentes como:

  • Amigdalitis aguda: Tiene origen bacteriano y está acompañada por tos, congestión nasal, rinorrea y fiebres por arriba de los 38°; generalmente se trata con antibióticos.
  • Bronquitis: Es una infección pulmonar causada por un virus; sin embargo, si no recibe la atención necesaria, puede devenir en una infección de vías respiratorias que requiere tratamiento con antibiótico.
  • Otitis media: infección muy común en los niños de menos de tres años, habitualmente se debe a una bacteria, pero también puede estar causada por un virus. Los síntomas más comunes son el dolor en el oído afectado, fiebre y en un gran número de casos diarrea. El tratamiento está basado en antibióticos.
  • Infecciones gastrointestinales: Tal vez éste es el más común de los padecimientos infantiles, la primera causa de morbilidad y mortalidad infantil; los síntomas son inflamación estomacal, dolor abdominal, fiebre por arriba de 38°, diarrea aguda (más de 4 deposiciones líquidas), deshidratación y vómito. La causan regularmente bacterias o parásitos.

Como habrás notado, el medicamento en común para tratar estos padecimientos son los antibióticos, que si bien son un aliado de los profesionales de la salud para combatir las infecciones eliminando las bacterias que las provocan, también causan efectos secundarios, sobre todo si son prescritos de manera frecuente, pues el medicamento no discrimina entre los microorganismos patógenos y los benéficos que integran la microbiota intestinal y destruye todo lo que encuentra a su paso.

También te puede interesar: «¿Cómo se forma la Microbiota Intestinal?»

¿Cómo proteger la salud de tus pequeños?

No puedes evitar que durante su primera infancia tus hijos contraigan por lo menos una vez este tipo de padecimientos. Pero no te angusties, existen mecanismos para ayudarlos a desarrollar un sistema inmunológicos robusto que les permita enfrentar las enfermedades y salir victoriosos.

Estamos hablando de los probióticos, microorganismos vivos que fortalecen y restituyen la el equilibrio de la Microbiota Intestinal.

Los puedes encontrar de forma natural en gran variedad de alimentos, principalmente en aquellos que pasaron por un proceso de fermentación de forma natural, pero también en presentaciones farmacéuticas. Los hay de dos tipos, levaduras y bacterianos.

Diversas investigaciones científicas y estudios clínicos han demostrado que el uso de los probióticos durante un tratamiento con antibióticos ayuda a reducir los episodios de Diarrea Asociada al uso de Antibióticos (DAA), uno de los efectos secundarios más comunes.

Asimismo, reducen el riesgo de generar resistencia bacteriana a los antibióticos, una de las mayores preocupaciones de la comunidad científica.

Los estudiosos siguen trabajando en ello, pero todos parece indicar que consumir probióticos puede reducir de manera considerable la necesidad de usar antibióticos para tratar padecimientos infantiles.

Así que, la próxima vez que acudas con tu pediatra no dejes de consultarle cuál es el tipo de probiótico adecuado para tus pequeños, él es el único indicado para prescribir el probiótico que necesitan para ver la luz al final del túnel de los antibióticos.

¡Qué nada los detenga!

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