Breve historia de los probióticos: Del yoghurt a los probióticos farmacéuticos
por Floratil | 23 febrero, 2021 | 0 comentariosLa salud intestinal siempre ha sido una de las mayores preocupaciones de los seres humanos. Desde nuestra aparición como especie en el mundo hemos buscado la forma de sentirnos mejor y ha sido a través de los alimentos, que hemos logrado grandes avances.
Uno de estos avances es sin duda, el descubrimiento y devenir de los probióticos, por ello te invitamos a dar un paseo por su historia:
Fue Hipócrates, padre de la medicina, allá por el año 76 A. C., el primero en hablar de los beneficios de los alimentos fermentados en la salud al señalar: “que el alimento sea tu mejor medicina y que tu mejor medicina sea el alimento”, posteriormente Plinio, por el año 77 D. C., consignó en su tratado de Historia Natural que un buen remedio para tratar la gastroenteritis era la administración leche fermentada, a quien la padeciera.
Siglo XX, de grandes avances
Los sabios griegos dieron la pauta para que, a principios del siglo XX, Henry Tissier descubriera las bifidobacterias en el tracto intestinal de los bebés alimentados sólo con leche materna y demostrara los beneficios de cuidar la microflora intestinal de los niños con infecciones intestinales.
En 1908 Elie Metchnikoff, zoólogo y microbiólogo ruso, observó que ciertas poblaciones balcánicas, que consumían gran cantidad de lácteos fermentados (yoghurt) eran muy longevas y lo atribuyó a que este alimento contenía lactobacilos que reducían la cantidad de toxinas producidas por las bacterias intestinales, es aquí donde nace el estudio de los probióticos, aunque aún no recibían este nombre.
El primer uso del término “Probiótico” se atribuye a Vergio, quien en 1954 habló de los efectos negativos que los antibióticos causaban en la microbiota intestinal y decidió que a lo que influyera positivamente sobre la microbiota intestinal, se le podía llamar “probiótico” (del griego “pro” – a favor y “bios” vida; a favor de la vida) en oposición a la palabra: antibiótico que significa “anti” en contra “bios” vida; en contra de la vida, en este caso la vida de los microorganismos.
Los investigadores Daniel Lilley y Rosalie Stillwell adoptaron el término y en 1965 lo definieron como “sustancias secretadas por microorganismos que estimulan el crecimiento de otros microorganismos”, centrándose únicamente en la cantidad de microorganismos y no en sus beneficios.
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Rumbo a una definición clara
Para 1989, R. Fuller define el término como “un suplemento dietético a base de microbios vivos que afecta beneficiosamente al animal huésped mejorando su equilibrio intestinal”, acercándose cada vez más a lo que hoy conocemos. Sin embargo, en 1992, A. H. Andrews da un paso atrás y los engloba con otras sustancias como enzimas, vitaminas minerales y antibióticos, entre otros, en los llamados “agentes profilácticos”, causando gran descontento en la comunidad científica, que se niega a incluir en un mismo grupo dos agentes antagónicos como probióticos y antibióticos.
Como puede verse, hasta el momento el desarrollo del término y la investigación al respecto se encaminaban bien, aunque con tropiezos, ya que aparecen investigadores que pretenden incluir a los probióticos entre los “aditivos biológicos”, al no encontrar dónde acomodarlos, pero D. Sainsbury hace ver a la comunidad que sólo pueden llamarse probióticos si son microorganismos vivos de un cultivo viable puro o mixto, mientras otros defienden la idea de que sólo son sustancias nutritivas y algunos más dicen que no hay diferencia si son microorganismos vivos o muertos.
Llega el acuerdo y grandes avances
Ante los avances en la investigación y los nuevos descubrimientos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) buscó un consenso y determinó que: Se llamará probiótico a los “microorganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas confieran un beneficio en la salud de quien lo consuma (huésped)”.
A partir de entonces la investigación ha avanzado de forma acelerada y se ha podido descubrir que el equilibrio en calidad y cantidad de la microbiota intestinal es básico para una buena salud y que esto sólo se logra consumiendo probióticos, ya sea de forma natural en los alimentos o en presentaciones farmacéuticas, siempre con el apoyo de un médico calificado.
Aún falta por descubrir, pero hasta el momento se ha demostrado que el consumo de probióticos ayuda al buen funcionamiento gastrointestinal, al sistema inmunológico, al sistema circulatorio y hasta al funcionamiento cerebral, entre otros beneficios.
Interesante, ¿no lo crees?
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